Esta es la frase con la que un futuro comprador debería dirigirse a un agente inmobiliario a partir del 1 de Enero de
2013, cuando entre en vigor el Real Decreto de
Certifcación de Eficiencia Energética de Edificios Existentes.
Y es que a partir de ese momento, tanto las viviendas nuevas, que ya poseían certificado desde el 31 de octubre de
2007, como aquellas existentes que se quieran vender o alquilar, tendrán que contar con su respectivo certificado que acredite su nivel de Eficiencia
Energética.
Porque parece lógico que -si cuando vamos a comprar una nevera, buscamos aquella más eficiente porque sabemos que, a pesar de ser un
poco más cara, a la larga nos va a salir más rentable; o que cuando miramos un coche, en seguida preguntamos cuál es su consumo porque con el tiempo va a influir de forma drástica en
nuestro bolsillo- es imprescindible conocer la eficiencia energética del bien más caro de nuestra vida, nuestro hogar.
Aunque es verdad que el precio es considerablemente inferior entre una vivienda de clase G, la peor (solo posible en viviendas anteriores al CTE ya
que su cumplimiento garantiza una clase, al menos, E) y una con clasificación A, la mejor (aún muy difícil de encontrar, pero que tendrá que
ser de ámbito común a partir de 2021), los ahorros, mes a mes,
serán muy considerables, llegando a rondar entre estos dos extremos, en torno a un 86% menos de energía.
Por consiguiente, el importante ahorro en las facturas mensuales se puede amortizar en el pago de la hipoteca en una relación 1/4. Es decir, que
por cada euro repercutido en el precio de la hipoteca por sobre-coste de la vivienda de mejor clase de eficiencia se obtienen cuatro euros de ahorro en las facturas de
energía y agua.
Pero no es sólo una cuestión de dinero, sino que hay mucho más en juego, ya que una vivienda eficiente y bien construida, no sólo nos supone una
importante fuente de ahorros, sino que además contribuiremos al cuidado del medio ambiente con una importantísima reducción de CO2, ayudaremos a la economía general de Estado,
que tan malos momentos está pasando, al huir de la gran dependencia de combustibles fósiles que padecemos y por último, pero tal vez lo más importante, tendremos
una mejor calidad de vida al habitar en unas condiciones óptimas de confort, previniendo muchas enfermedades y dolencias que derivan de
los edificios enfermos.
Fuente: Sustentable y Sostenible.
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